Con esta técnica, también llamada oximetría del pulso, medimos la saturación de oxígeno de la hemoglobina en la sangre. Observando sus resultados evaluamos el estado de la oxigenación de manera fiable e inocua, ya que no requiere ningún pinchazo.

De forma muy simplificada podríamos decir que la medición se realiza mediante un sensor en forma de pinza, que lanza un haz de luz a la piel, midiendo la cantidad de luz absorbida por la oxihemoglobina circulante en el cliente. El color de la sangre varía dependiendo de la saturación de oxígeno que tenga, cuando la molécula de hemoglobina libera oxígeno pierde su color rojizo, adquiriendo un tono más azulado y dejando pasar menor cantidad de luz roja.

Los valores normales de SaO2 oscilan entre 95% y 97%, pudiendo variar un 2%. Valores por debajo del 95% (en reposo) se asocian con determinadas patologías. La pulsioximetría puede medirse en cualquier dedo de las manos o de los pies y en el lóbulo de la oreja, aunque siempre antes de colocarlo recuerda masajear la zona y tener especial cuidado en mujeres con las uñas pintadas ya que el gel o esmalte puede interferir en la lectura.

Es fiable en el rango de 80-100% de saturación que es el más interesante en la práctica clínica, pero cuidado si nos movemos en otras cifras y en términos generales este método es muy útil para valorar aspectos como:

  • Distress respiratorio.
  • Cianosis.
  • Valorar la tolerancia al ejercicio.