El ritmo circadiano se refiere al propio reloj interno de nuestro cuerpo, la forma natural en la que controla los procesos diarios, desde la secreción de enzimas y hormonas a los momentos de dormir y despertar.

Estos ritmos suelen fijarse mediante claves de entorno. Por ejemplo, el cuerpo empieza a relajarse y se prepara para el sueño cuando llega el crepúsculo, y comienza a despertarse en el amanecer. Mantener un ritmo circadiano óptimo es muy importante para quienes entrenan, ya que cualquier trastorno del ritmo natural del cuerpo puede perturbar la producción de hormonas anabólicas como la testosterona y la insulina y dejarnos sin energía para entrenamientos intensos.

Los ritmos circadianos no dependen del todo de la salida y la puesta del sol, pero el cuerpo tiene una tendencia a seguirlos. El cuerpo está más dispuesto a hacer ejercicios entre las cuatro y las cinco de la tarde, cuando su temperatura está en el momento más alto. Esto no quiere decir que haya que entrenar a estas horas, si tu horario preferido es por la mañana, o más tarde, sigue haciéndolo así, es más probable que dejes de entrenar si vas a una hora que no te resulta cómoda que lo que conseguirás por entre esas  horas «mejores».

Reilly & Waterhouse (2009) identifican tres factores que pueden ser determinantes del ritmo circadiano en el rendimiento deportivo.

  • Las influencias externas, o ambientales, que comúnmente son incontrolables. Estos factores incluyen la temperatura ambiente y la estimulación física o psicológica del ambiente.
  • Las influencias internas o fisiológicas que tienen su origen en el ambiente interno del individuo (el ritmo biológico del individuo y su capacidad para adaptarse a este ritmo).
  • El estilo de vida o factores psico-biológicas que tienen que ver con el horario preferente en el que se realizan las actividades y los patrones de sueño.